Impuestos: el camino a la Corrupción

Impuestos: el camino a la Corrupción

Definitivamente los impuestos son una vía fundamental para mantener a un Estado, particularmente a las empresas, obras públicas y al gobierno que las regula. Pero cuando un gobierno empieza a buscar respuestas a todos sus problemas a partir de la creación de impuestos o el incremento de estos, este se convierte en un gobierno que no sabe gobernar o quizás se hace obvio que nunca siquiera debió ser electo por su incompetencia.

Un buen gobierno al entrar lo primero que debe hacer es observar por donde se “desangra” el animal; o sea, donde está la evasión de impuestos. Generalmente son las empresas grandes con gente directamente ligada a gobiernos anteriores los que han dejado de pagar impuestos o han creado cortinas de humo, cierto tipo de monopolios, sociedades fantasma o montos de pérdida que no coinciden con la realidad de sus ingresos, los que salen más beneficiados de estas prácticas. En este caso, dichas empresas, si realmente sufrieran las pérdidas económicas que reportan, no pudieran existir. Pero es aquí donde un gobierno que no actúe enérgicamente contra estas empresas desde el día UNO, es un gobierno que perdió la carrera por la estabilidad de su mandato.

Un gobierno que gasta en ayudas sociales más de lo que puede es un gobierno dirigido por seres que probablemente no sepan manejar ni su propia cuenta bancaria. Ningún gobierno se puede poner a dar ayuda a nacionales y extranjeros si las cuentas no están claras y mucho menos abusar de los impuestos recaudados por los contribuyentes para dar ayudas a no contribuyentes solo para parecer noble.

Reducir el gasto público es importante, pero reducir un gobierno es fundamental. Países en vías de desarrollo son países que crean muchos puestos “fantasmas” para familiares y amigos de gobernantes u otorgan puestos fundamentales a gente que pasa “vacacionando” durante su período. Países desarrollados siempre envían profesionales al exterior para que estos establezcan vínculos comerciales con otros países mientras que países en vías de desarrollo buscan el lucro personal de algunos individuos. Este es el caso de muchos ministerios, embajadas y consulados donde la ineficacia de muchos y su elevado costo de estas nóminas salariales hacen que se dispare el gasto público desmedidamente. Por ejemplo, si una embajada no está realizando su trabajo y atrayendo capital extranjero para la creación de empleos, esta embajada no tiene sentido de su existencia.

En resumen, si un gobierno, ante la falta de ideas o seguimiento de normas básicas para reducir gastos empieza a crear impuestos, es hora de admitir que ese pueblo se equivocó el la elección. Ahora, el decir “me tengo que esperar” hasta la próxima elección para cambiar el curso, es un gran error del electorado porque a ese gobierno se le debe exigir a que responda y si es necesario se debe ir a la puerta de la casa de los dirigentes de una nación por un período determintado o indefinido de tiempo a manifestar el descontento.

El pueblo generalmente representa el 99%, no es posible que un 1% tenga acorralado a la gran mayoría. El cambio no empieza en la próxima elección. El cambio empieza cuando comunidades se organicen y salgan a luchar contra ese 1% que nunca le interesó realmente el bienestar de la mayoría.

Es hora de que los pueblos del mundo reclamen sus derechos. Es hora que los gobernantes del mundo escuchen y si no quieren atender, se eleva la tonalidad del mensaje. El 99% no puede seguir mostrándose débil, debe hacer valer su fortaleza.

Autor: Calblan

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